sábado, 12 de junio de 2010

Brujas

Cuando una persona oye la palabra “bruja”, rápidamente la asocia a una mujer anciana, de larga nariz, con verrugas y muy mala leche. Come niños, vuela en escoba, y hace pactos con el demonio.
Pero no hay nada más lejos de la realidad.
Comencemos viendo la definición. Según la RAE bruja es:
1. Mujer que, según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello, poderes extraordinarios.
2. En los cuentos infantiles tradicionales, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba.
3. Mujer fea y vieja.

Mal empezamos. Esto no es más que el resultado de siglos de desprestigio por parte de la Iglesia. Desprestigio relacionado íntimamente con el odio misógino que existía siglos atrás.
Aclararé brevemente esto. No será un texto demasiado rico en detalles, es solo para poner al lector en situación, que sepa de dónde viene éste odio y ésta imagen tan distorsionada de las brujas. Muy breve y por encima, quizás ya entraré en más detalles en otros post .
Antes de la llegada y expansión del cristianismo, existía lo que se conocen como religiones paganas. En las mismas, se veneraba a la naturaleza, y la mujer tenía un papel trascendental: era quien daba la vida, la máxima representación de la fertilidad y la vida. Era la representación de la deidad.
Las “brujas” no eran más que mujeres que conocían perfectamente la naturaleza, sus ciclos, y realizaban rituales para festejarlos. Mujeres con un gran conocimiento de los poderes y cualidades de la naturaleza. Podían celebrar un rito de honor a la Diosa Madre, como curarte los dolores menstruales con unas hierbas. Eran mujeres sabias y respetadas.
Con la llegada del cristianismo, todo cambió. Para expandir sus ideas y creencias, la Iglesia tenía que demonizar todos los aspectos de las religiones existentes. Por ejemplo, el Dios Cerunnos se asoció con el demonio. La mujer, tan importante para aquellas creencias que “amenazaban” al cristianismo, no podían ser menos. Había que erradicar su imagen, había que quitarla poder, protagonismo. Para empezar, se la identificó como la culpable del pecado original, era una criatura que menstruaba y que daba a luz, por lo que se la identificó con el pecado, la lujuria, la sexualidad (desde un punto de vista negativo). Se la convirtió en la representación del mal, se la asoció con el diablo. A ella, y a todo lo que con ella tuviera que ver.
El éxtasis se desató con el Maellus Maleficarum (“El Martillo de las brujas”) escrito por Sprenger y Kramer allá por el año 1486. Todo inquisidor que se preciara, debía conocerlo y ponerlo en práctica. Según éste libro, “Toda brujería nace del deseo carnal, insaciable en las mujeres”. Una denuncia interpuesta por cualquier persona (desde un vecino envidioso, a un sacerdote lascivo) ya era motivo suficiente para encerrarlas y someterlas a tortura. Recordemos que la presunción de inocencia no existía. Entonces “Eran culpables hasta demostrarse lo contrario”. Qué decir que demostrarlo era muy difícil, a veces imposible. A los informadores y a los cazadores de brujas se les pagaba por condena, por lo que perseguir brujas se convirtió en un lucrativo negocio.
La imagen de la bruja malvada no es otra cosa que el resultado de años de difamación hacia las mujeres, de siglos de infundir el miedo y el odio hacia ellas, por motivos religiosos, de poder, etc.
Una vez aclarado esto, voy a hablar de lo que en realidad es una bruja. De lo que actualmente son las brujas.

-Como ya he comentado antes, no creo en el diablo. Por lo tanto, no obtengo “poderes” de él. No realizo rituales de adoración al mismo, ni me acuesto con él en ningún tipo de Aquelarre.
-No tengo “poderes mágicos”. No preparo pócimas a base de saliva de sapo y entrañas de tiburón, no puedo volar en escoba, ni lanzar bolas de fuego por la boca. No me hago invisible, ni me transformo en gato, sapo, o cualquier otro ser.
-No soy una friki. Ni tengo como misión salvar el mundo (véase embrujadas), ni una varita mágica con la que lanzar embrujos tipo “alohomora”.
-No realizo rituales de amor, más conocidos como amarres. Lo único para lo que sirven es para atar a una persona a ti en contra de su voluntad. Va, no solo contra mi ética, sino contra todas las éticas, creo yo.
-Como bien dice la “Danza espiral” la brujería se basa en el amor por la vida en todas sus formas. Por lo tanto, no hago males de ojo, ni nada por el estilo. No soy quién para castigar o dañar a ninguna persona.
-Refiriéndome al amor, añado algo más. La sexualidad es una forma más de vivir el amor, de manifestarlo. Vivo mi sexualidad de forma plena y sana, no porque esté asociado al pecado o la lujuria, como más de uno diría. Lo hago por amor, libremente, y sin coaccionar ni amenazar. La encomienda de la Diosa nos dice: “Todos los actos de amor y placer son mis rituales”, por lo que considero la sexualidad como algo trascendental, sagrado y positivo siempre que se viva desde el respeto, sin dañar a nadie.
-Tomo mis enseñanzas, mi aprendizaje, directamente de la naturaleza, observándola, aprendiendo de ella. Busco mis conocimientos y mi inspiración en ella. Mis rituales se basan en ella. Desde los ciclos de la Luna, los cambios de estación, la lluvia, el crecimiento de los árboles.
-No busco en la magia “una solución fácil a mis problemas”. Mi camino es aprendizaje y esfuerzo, por lo que no busco que nadie ni nada me lo dé todo hecho. La magia es para mí, otra parte de mi camino espiritual. No podría vivir la magia sin religión, y la religión sin magia. Para mí, la magia va unida a la naturaleza del hombre. Con ella, en ningún momento busco alterar o dominar las cosas. Todo tiene una razón de ser. Practico la magia natural, es decir, la realizo a partir del contacto con la naturaleza. Para practicar cualquier tipo de ritual mágico, creo necesarios dos aspectos: deseo y necesidad. No creo que nada se deba hacer a la ligera, y mucho menos por capricho. Toda acción lleva unas consecuencias, y hemos de ser capaces de asumirlas.
-Las herramientas utilizadas, paradójicamente, sí son las que nos narran las leyendas. Velas, escoba, caldero, varita o báculo, cáliz, athame, inciensos, y por supuesto el pentáculo. Sin embargo su cometido en los rituales, sí que sea quizás algo diferente de la idea preconcebida que se tiene de ellos. :P
-Creo en la eficacia de diversas mancias como el tarot, el péndulo, las runas, sueños, quiromancia, o astrología, pero (al menos de momento) no domino ninguna. Para comprenderlas y saber interpretarlas correctamente, se necesita mucha práctica y estudio.
-Estudio herborismo, las piedras y gemas, y me interesan aspectos como el Reiki y demás medios de sanción/curación.

Como veis, una bruja dista mucho de ser esa señora malvada que lanza maldiciones, o esa maruja que sale en los canales de las televisiones regionales ofreciendo tiradas de cartas y amarres.
Una bruja es, al menos desde mi experiencia, una mujer (u hombre en caso de los “brujos” :P) que basa sus conocimientos y estudios en la naturaleza, que busca crecer espiritualmente, y como persona, con unas creencias religiosas, y que se basa en el respeto y amor por los demás.
Me tomo todo esto como algo serio e importante en mi vida, por ello esta entrada. No me gusta que nadie me tome por chiflada, excéntrica, o que simplemente sigo una moda.
Simplemente, quería aclararlo. =^^=

Bendiciones.

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